dilluns, 14 de novembre del 2016

DECISIONES QUE TE MARCAN



Se podría decir que lo que más recuerdo de mi niñez y mi estancia en Colombia, mi país natal, son mis abuelos, lo más curioso es que no sé mucho de la vida de ellos.

Lo único certero que puedo decir de ellos es que mi abuela es una viejita encantadora, con ganas de trabajar en lo suyo, la peluquería, Tiene el pelo rojo y sus ojos son marrones, tan marrones como la tierra del campo, en ellos desprende un sentimiento de amor maternal y una eterna paz. Siempre he pensado que fue eso lo que enamoró a mi abuelo, pero la verdad es que no sé lo que mi abuela vio en mi abuelo. Él es un hombre callado, con una cara seria, no sabes si está contento, triste o emocionado, siempre tiene el mismo rotro.
De pequeña, cuando me quedaba a dormir en casa de ellos, lo veía todas las mañanas con un café en la mano y si frase típica: “un café negro todas las mañanas siempre es bueno”. Apesar de que lo aprecio bastante, nunca supe mucho de él, (sobretodo de él), sé que fue un hombre honrado, porque es difícil lo que hizo en su día. Me sorprendió cuando lo supe, lo comencé a mirar con otros ojos u admiré (y lo admiro todavía) mucho, desde ese día comprendí porque mi abuelo era como era.

Esta historia se remonta a juventud de mi bisabuelo. Era un hombre rico, de España y con mucho poder, el cual se enamoró locamente de mi bisabuela, que por lo contrario era una simple campesina pobre, pero como toda buena histroia de amor, se casaron y tuvieron cinco hijos, uno de los cuales fue mi abuelo. Por lo que me han contado, mi abuelo de niño era muy alegre, muy amiguero, salía a la calle a jugar con los chicos del barrio, con sus amigos que se suponía que sería para toda la vida, pero por lo contrario estos, cuando fueron creciendo, adoptaron un estilo de mala vida, traficantes, drogadictos… Por suerte mi abuelo fue sabio y se apartó de esas malas amistades. Fue creciendo más y más hasta convertirse en un varoncito.
Por desgracia mi bisabuelo engañó a su mujer (mi bisabuela) con una amante que tenía hace tiempo, así que se fue de casa y ahora eran pobres. Mi bisabuela apenas llegaba a fin de mes, hasta que un día llegó al barrio alguien “importante” en su furgoneta negra por allí. Todos los vecinos todas las madres y sus hijos, todos se preguntaban qué era lo que esa gente buscaba en un barrio
como aquel, no muy rico.
- ¡OYE TÚ! ¡CHICO! - gritó el hombre que iba conduciendo la furgoneta. - ¿Sabes dónde viva Hugo Cáceres?-
- ¡SÍ!- respondió el chico – vive en la cincuenta y dos con la cuarenta y tres.
Al llegar a la casa de mi abuelo llamaron a la puerta con desespero.
- ¿Está Hugo Cáceres? - preguntó el hombre.
- Sí, está usted hablando con él - respondió mi abuelo - ¿Qué es lo que necesita?
- Sabemos tus contactos, conoces a uno de los traficantes más importantes del país. Queremos hacerte una propuesta. - le dijo mientras abría el maletero del coche.

Me imagino que mi abuelo supo enseguida cuál sería la porpuesta de aquel hombre, y supongo que por un momento dudó de su decisión. Estaban pasando una temporada económicamente mala, pero mi abuelo tuvo el valor de negarse, de ser un hombre honrado, de no pertenecer a esa minoría que todavía hoy marca a nuestro país como tercermundista.


Eso es todo lo que sé de mi abulo, supongo que después de eso, se convirtió en el hombre que es ahora. Me imagino que se dio cuenta que tenía amistades no muy buenas y debía andarse con ojo. La verdad es que lo único que necesito saber – sí, no sé mucho de mis abuelos – es que son personas honradas.

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